4 horas en un cómodo minibus (supongo que después de la experiencia de los buses locales de Nepal todo trayecto en carretera asfaltada es agradable) me llevan de Luang prabang a Vang vieng.
Ubicado en el centro de Laos, esta ciudad es lo más parecido a Salou o, incluso, Magaluf. El hostal incluye (por 3$) desayuno y barra libre de Whisky por la tarde; y la paz y tranquilidad que se respiraba en Luang prabang se torna en un ambiente de fiesta y happy hours en todos los bares.
Asique como donde fueres haz lo que vieres y como no se puede vivir únicamente de la espiritualidad y el correr, mis días en Vang vieng se han centrado en comer, beber y rendir culto a la vida nocturna. Tuve un día de tubing, fiesta en un río lleno de bares que para desplazarte tienes que montarte en una especie de donut – colchoneta, donde hicimos un grupo bastante grande compartiendo cervezas, lao lao (whisky local) y muchas risas.
Pocas fotos tengo de mis noches de jolgorio pero como curiosidad, cuelgo el menú del “Rasta bar”, donde además de lo típico que ofrece un bar, se puede probar un batido de setas, pizza de marihuana o té de opio cultivado en el norte de Laos.
Rasta bar, Vang vieng, Laos
Tras unos días de excesos, cojo mi primer sleeping bus y en unas cuantas horas me planto en Pakse, al sur de Laos. Oye una experiencia esto del bus nocturno! Las camas las compartes con un desconocido (si vas solo, claro) y a mí me tocó con un chino muy majete. 12 horas de trayecto en las que tuve la suerte de dormir casi del tirón y despertarme al amanecer en Pakse codo a codo con mi compañero de viaje.
En Pakse se puede ver la brutalidad de la naturaleza de Laos, zona llena de cataratas, cuevas y caminos que recorrer a las orillas del Mekong. Poco turística por ser poco accesible, es muy fácil conectar con los locales y visitar algún pueblín de alrededor con sus típicas casas de madera y los mercados a rebosar de fruta fresca y buenísima.
Y de aquí, a las 4000 islas del Mekong con otros viajeros solitarios que he tenido la suerte de conocer y montar un buen grupo de amigos.
Seguimos hacia el sur!
Buscando mi chanclo 
Me alegra comprobar esa transición desde la vida contemplativa al ocio, tan necesario como lo primero para encontrar el equilibrio..lo del batido de setas imagino que es temporada, aquí también aunque tiene que llover un poco más. A tu vuelta nos vamos al Cisne Azul. Sigue disfrutando bro!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jaja, como echo de menos esas tardes noches de Madrid mano a mano!
Me gustaMe gusta