En el interín entre mi experiencia en la salvaje naturaleza de Borneo y la visita planeada a Australia donde espero reencontrarme con Lucía y compañía, hago una pequeña parada en Singapur, país (y ciudad) prácticamente nuevo y ubicado en el corazón del sudeste asiático.

Si Kuala Lumpur me pareció desarrollada, Singapur es el destino asiático por eminencia de rascacielos y estilo de urbanismo (y al fin y al cabo, vida) europeo. Tras haber caído bajo el paraguas de las colonias inglesas y considerarse durante un par de años como territorio malayo, la moderna Singapur alcanzó la independencia en 1965.
De ahí que considere al país como un lugar nuevo y recién desarrollado en el que conviven todo tipo de nacionalidades y culturas. Los edificios impresionan y el centro está oxigenado con parques que aportan un color verde entre tanto ladrillo.
En Marina Bay se puede disfrutar de un espectáculo de luces muy navideño, aunque se hace raro pensar en Papa Noel y rudolf a 30 grados y un 70/80% de humedad!
Pero para mí, lo mejor de la ciudad es el impoluto Chinatown que alberga a cientos de restaurantes chinos bajo una limpieza poco usual en estos barrios. Y lo más curioso es probar el restaurante con estrella michelín más barato del mundo, un sitio de street food galardonado con tal credencial que hace las delicias de un gourmet al precio de una caña y un pincho de tortilla en mi querida España.
Nos seguimos leyendo, la próxima desde las antípodas españolas!