ULTRAFIORD: LA CRÓNICA

Con el cuerpo revuelto asistimos a la charla técnica de la carrera en la que, usando un discurso cercano al de William Wallace en Braveheart al preparar a sus guerreros para luchar por la libertad de Escocia, se habla, entre otros, de remedios contra la hipotermia, de cómo cuidar la temperatura corporal con la ropa calada, marcadores bajo cero y vientos patagónicos; y, sobretodo, del espíritu de solidaridad que ha de reinar en la prueba para cumplir con la siguiente máxima: volver a casa.

Y si es lo que pretendían, lo consiguieron, que acojone! Pero ya no son horas de lamentos ni preocupaciones, asique mente en off, mirada a la montaña rogando clemencia y sin darnos cuenta, el viernes 6 de abril a las 10:00 me encuentro en medio de la nada bajo la atenta mirada de las Torres del Paine para afrontar 115 km en lo más profundo de la Patagonia Chilena. La estrategia de la carrera está clara: correr todo lo que se pueda en terreno y climatología favorable y echar los restos cuando el barro inunde mis patas o la nieve azogue el avance.

Los primeros kilómetros avanzan por un bosque inmerso en el otoño. Quizás el exceso de sensibilidad o la brutalidad del paisaje fueron responsables de que me cayeran algunas lágrimas con el corazón a mil, pero la paleta de colores rojos, amarillos, ocre y otoñales en general sobre las Torres nevadas no deja a nadie impasible.

Poco después de dos horas nos tocan unos 10 km entre inmensos glaciares; uno se siente nimio ante tal salvaje espectáculo, pensando que por mucho que el hombre se empeñe, la montaña siempre nos recuerda quien es la que manda.

A to trapo en Ultrafiord

Cerca de 30 kilometros de paisaje de alta montaña dan paso a uno de los tramos más emblemáticos de la carrera: el bosque. Junto con Mikel, nuevo amigo vasco, tratamos de andar/gatear sobre el infierno de barrizal que cubre el suelo patagónico. Pensaba que conocía el terreno lodoso, hasta que llegas allí, el cuerpo se inunda en arenas movedizas y el barro tiñe (literalmente) las caderas.

El bosque, ultrafiord

Y justo antes de la noche, encaramos el kilómetro vertical que nos llevará al punto más alto de la carrera: 1250 metros en unos 4 km que, por si no te has dado cuenta, recuerdan lo extremo del evento. La subida se hace cómoda hasta que toca enfrentarse al frío austral y a la nieve cayendo bajo la luz del frontal (según nos dicen, sensación térmica de unos 10/12 grados bajo cero).

En un minuto parado para cubrirme con todo lo que tenía, empiezo a no sentir las manos y las ideas se me congelan. No hay tiempo para plantearse nada, pienso en mi hermano y lo que disfrutaría en este momento tan extremo y en el calor que desde casa me mandan los firmantes de mi pinza y mis primos no carnales, en vilo desde que empecé mi viaje por el mundo.

Pero todo tiene su recompensa, y con una luna rebosante tocamos techo para bajar unos km y encarar la parte fácil de la carrera. Avituallamiento para reponer fuerzas, cambio de ropa y ya sólo quedan unos 50 km muy corribles, la mitad del camino por disfrutar!

Estoy bien, estoy muy bien. Me encuentro ligero, con ganas de hablar, de correr, en fin, de gozar de este terreno y de la noche bañada en nubes. En la travesía se une Ezequiel, un Argentino con residencia en Sao Paulo, y poco a poco vamos pasando a chilenos, coreanos, brasileños, etc.

Me sigue impresionando como en este mundo no hay diferencia entre pasaportes, fronteras, o clases sociales; todos somos uno, todos estamos llenos de barro y lo poco que tenemos lo cambiamos entre mano y mano. Supongo que a veces es una lección de humildad necesaria para mi día a día.

Pasan los km y llegamos al 85, lugar en el que debería acabar mi amigo Mikel y desde el que me hubiera tocado recorrer los 30 km que separan de Puerto Natales. Pero, qué sorpresa la mía, cuando al llegar me reciben con un abrazo y declarándome finisher de los 100km. Whaaaat? Entre la confusión intento seguir pero la organización me confirma que todas las carreras acaban aquí porque están rescatando a mucha gente en el km 41, lugar de corte para algunos por el mal tiempo que acechaba.

Primeros sentimientos agridulces porque mi cuerpo pedía más y quería saber hasta dónde era capaz de llegar, pero al fin y al cabo, soy finisher de ultrafiord, tercero de mi categoría habiendo podido pasar el corte y disfrutando de una de las aventuras más salvajes que nunca he vivido, que privilegio!

Como siempre, y aunque estuvierais lejos, gracias, gracias y gracias a todos los firmantes de las pinzas, os aseguro que pude sentir vuestro calor humano en los momentos más fríos. Gracias en especial a papá y mamá, la educación que he tenido en estos últimos 28 años es la base de mi disfrute.

No me olvido de Marta, se que desde algún sitio estuviste siguiéndome y, esta vez, agradezco la fuerza enviada por Puri, estés donde estés, gracias por todo lo enseñado.

Finisher ultrafiord

Se acabó el sufrir, vamos a saborear las bondades de la vid chilena. Próximo destino: el sofá del hostal con copita de vino en mano!

Borja García Rato. Ultrafiord 2018, modalidad 100 km.

Tiempo total: 19 horas 44 minutos

Categoría Guanaco: Posición 3 de 6 guanacos

Posición general: 28 de 87 corredores

3 comentarios en “ULTRAFIORD: LA CRÓNICA

  1. Qué grande eres!! las fotos son impresionantes, menuda carrera!! creo voy a empezar a imitarte y me voy a tomar una copa de vino en el sofá!! a tu salud!!jaja un fuerte abrazo y sigue disfrutando!!

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  2. Brutal, hermano. Recuerdo cuando te hicimos el tracking y nos enteramos que suspendieron la carrera por las inclemencias meteorológicas…y resulta que ya habías pasado el corte!! Eres un monstruo, no solo acabas sino que ya hasta haces podio! Ahora toca ocio del bueno, te lo has ganado! No te olvides del pisco chileno! Abrazo!

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