Desde la enraizada cultura japonesa, hasta la libremente sometida isla de Cuba.
Todo ello, pasando por Nepal y sus Himalayas; Laos y las desconocidas 4000 islas bañadas por el Mekong; Borneo, los orangutanes y la nimia isla de Mabul; el recién nacido Singapur; Sidney, Lucía y cia y Byron Bay; e Indonesia, Nemo y los encantos de la isla de Flores.
La Gran Manzana; América del sur, tan llena de historia, historias y bondades como las ofrecidas por Cartagena, Colombia; la cultura Quichua y los volcanes que vigilan de cerca el Ecuador; Perú, los Incas, sus playas, montañas, arqueología y como no, habilidades gastronómicas; y Chile, patagónicamente extremo, con un desierto de hielo al sur y otro de tierra al norte.
He pateado (mucho!) y corrido (más aún); he pasado frío (más que nunca), y también calor. He tratado de tocar el cielo llegando a más de 5500 metros y de alcanzar el infierno a 30 metros bajo el agua.
He dormido en habitaciones compartidas por 24 personas (Japón es así!), en el suelo, sofases varios, coachsurfing, tiendas de campaña, hamacas, estaciones de bus, aeropuerto, etc.
Escritores como Javier Reverte; frikadas montañeras relatadas por Joe Simpson, Kilian Jornet o Scott Jurek; Ernst Hemingway y su mar; Thoreau; historias sobre Lautaro y la conquista española; o simplemente bocetos publicitarios cubanos, me han acompañado en los kilómetros recorridos y las horas esperadas con una paciencia que desconocía que tenía.
He reído y llorado; he querido y también, como no, llegado a despreciar. He meditado; conocido el mundo del Yoga; experimentado sensaciones desconocidas; ajustado el presupuesto a límites insospechados; cambiado mi alimentación; sentido la soledad en su máximo exponente y conocido cómo la amistad puede ser tan cercana como efímera. He echado de menos; viajado con gente de entre 18 a 67 años, solos (no imaginaba que había tanta gente en búsqueda de su chanclos!) y también acompañados.
Bueno, en fin, he vivido.
Creo que como ya le dije a Dama (Chief Technical Officer de mis escritos, gracias!), quizá nos equivocamos en el título del blog: mi partida no ha tenido como fin encontrar el chanclo (entiéndase como tal la búsqueda abstracta de uno mismo), me fui porque quería; simplemente quería conocer culturas, formas de vivir, gentes, costumbres, comidas: mundo.
Me ha sorprendido la evolución de mi yo, cambiando la forma del viaje con el paso de los días, aprendiendo a vivir con – mucho – menos y tratando de seguir el flow del día a día según las apetencias de cada mañana.
Para los más estadistas, aquí mis conclusiones:
- País preferido: Perú
- Lugar preferido: difícil, pero se queda entre Kioto, isla de Flores y/o Atacama.
- Lugar menos preferido: Bali (demasiado sucio y turístico)
- Mejor experiencia: las dos semanas en la ecoaldea Pailimay, la semana corriendo por los himalayas o el buceo en Indonesia y la imagen de ver un tiburón a mi lado
- Experiencia menos preferida: las 10/12 horas de autobús de la muerte entre Katmandu y Syabru Besi (es pensarlo y querer llorar)
- Mejor momento del día: tranquilo desayuno con el amanecer y/o atardecer con una cerve
Amig@s! muchas gracias por todo, desconozco mi destino a corto/medio/largo plazo (cosa que en cierto punto acojona), pero tendremos tiempo para comentarlo con caña, copa de vino, te, café, botellín de agua en el monte o puro en mano.
Nos vemos por los caminos, por los bares, o por casa: próximo destino, España!
Acojonante viaje, hermano. Nos alegramos de tenerte a ti y a tu chanclo de vuelta. Ahora a disfrutar de la pachamama patria. Un abrazo!
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un maravilloso resumen de tu aventura! gracias por hacernos viajar a través de tu blog! Ahora como Echanove e Imanol Arias, a disfrutar de España, «un país para comérselo». Fuerte abrazo!!
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